Personas que os tragáis todo lo que os dicen, esta entrada no os va a interesar. El título de la misma hace referencia al ataque terrorista que hubo en la universidad de Kenia el pasado año. Tal vez os suene que fueron 147 fallecidos. ¿Por qué pongo que son 441, entonces?
441 es el resultado de multiplicar 147 x 3. Tres son las veces que he visto enlazada esta noticia en los muros de muchos contactos después de que haya habido un atentado en algún país "del primer mundo", "occidental" o como quieran llamarlo.
El proceso fue el mismo: sucede un atentado en París, Bruselas u Orlando, y siempre hay quien rescata la fatídica noticia de Kenia como si fuera de actualidad. El comentario de la publicación solía ser algo del tipo: "Ayer hubo un atentado de ISIS en Kenia y no veo que nadie lo enlace en sus muros"
Claro, nadie lo enlazaba porque, entre otras cosas, esa noticia no era de actualidad, y las redes sociales se basan en la última hora. Sin embargo, esos contactos de Facebook que enlazaban esa noticia, cual portadores de la espada de luz de la sensibilidad universal, pretendían hacernos ver al resto de nosotros lo insensibles que éramos porque no nos acordábamos de Kenia en esos momentos tan duros para París, Bruselas u Orlando. ¿Acaso Kenia no era, no es, merecedora de nuestra atención y nuestros likes?
Pero es que, repito, la noticia de Kenia era de meses atrás. Sin embargo, a ellos no le importaba. Generalmente la compartían de alguien que lo enlazó previamente, cual "paciente cero" de la estupidez, que se contagiaba entre los que no se molestaban en corroborar un simple dato al ponerlo en su muro. Cada vez que lo compartían, era como si el trágico atentado tuviese lugar de nuevo. 147 + 147 + 147... ¿Tanto cuesta comprender que tenemos la responsabilidad de ser rigurosos con las cosas que compartimos en nuestro muro? Ahora que lo pienso, sería muy irónico que alguien compartiera esta entrada con afán tremendista y solo se quedara en el título. Hola, ¿estás ahí? ¡Gracias por tu share!
La segunda reflexión que me suscitaba cada una de las tres veces que alguien enlazaba la triste y condenable noticia de Kenia era lo de la jerarquía de los muertos. Lo de que algunos muertos valen más que otros. Verne intentó explicarlo con su corrección política, pero sucede que yo no soy Verne, y esta es mi visión del tema.
Nos afectan más los muertos que hay cerca de nosotros que aquellos que están en una tierra recóndita y que, todo sea dicho, los medios constantemente categorizan como "zonas jodidas": África, Asia, Sudamérica, etc. Si yo soy de Oviedo, me afectará más un accidente de autobús en Avilés que un accidente de avión en el océano Índico.
Ahora viene la parte más metafísica del tema. Nos afectan más los muertos cercanos que los lejanos porque inconscientemente buscamos un vínculo con las víctimas para hacer prevalecer nuestra vida. La identificación con un cadáver implica la superación de la muerte, una característica clave del instinto de supervivencia. ¿No habéis notado cuando un anciano o anciana comenta que tal o cual amigo suyo de infancia falleció recientemente, hay un leve matiz de victoria? Victoria sobre la muerte, que es lo único que le importa a la vida.
No me creo esa solidaridad que esgrime la gente que recupera una noticia antigua como si fuera de actualidad (esto ya dice mucho de su criterio) y que nos acusan de insensibles por no ponernos banderitas en nuestra imagen de perfil o firmar con un "Je suis". Es falsa, hipócrita e ignorante. Al fin y al cabo, esa gente hará lo mismo que hacemos los demás con nuestro "activismo de Facebook": dejar el móvil al rato y buscar algo en la nevera.
Por cierto, los autores del atentado de Kenia fueron Al Shabbaab, no ISIS. Y fueron 152, no 147 los fallecidos.
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