Hace años, el poeta Fernando Beltrán fue contratado para poner nombres comerciales atractivos a varias empresas. Gracias a su talento, el "Parque Biológico de Madrid", pasó a llamarse "Faunia" y a atraer visitantes de una vez por todas. Y así, con otros namings, como "Opencor" o "Amena". Una gran historia, en definitiva.
Pero, claro, cuando algo sencillo funciona, cualquiera se cree con el talento y la capacidad para clonarlo. Y surgieron namings como champiñones, "guays, potentes, con gancho, concisos y exportables", como sé de buena tinta que piden en las agencias de publicidad.
La imagen es solamente una muestra de la degeneración que el sufijo -alia ha provocado entre muchos namings. ¡Sed un poco más originales, por favor!
Casi cualquier palabra a la que le añadas -alia puede funcionar. Haced la prueba. Yo, como colofón, os recomiendo una búsqueda de otras perlicas de ejemplos que me he dejado, como este y este.
Todo empezó hace 150 años, cuando se montó un país y había que darle un nombre. Al final prosperó "Italia" y los demás se copiaron.
ResponderEliminarAunque Fernando Beltrán es original y ha puesto nombres que están bien, como "Equo" ;)