jueves, 23 de enero de 2014

Desconectado aquel

Hace unos días tuve un encuentro en la escalera del edificio con mi vecina, una joven madre primeriza. Cambiamos un par de frases y nuestros números de teléfono. Ya por la calle, estando yo a otra cosa, tuvimos una considerablemente larga charla de cortesía por whatsapp. Al rato de despedirnos, me di cuenta de que habíamos hablado más por mensajería que cara a cara.

Esto trae a mi mente una reflexión que hizo otro amigo poco después: "¿No sería bonito volver a a época en que no existían estos móviles de ahora, sin estar tan permanentemente comunicados, y volver a tener que llamar a un teléfono fijo para hablar con alguien?"



A veces echo de menos esa época yo también. Y no solo yo. Hace unos tres años, salió un spot tailandés (¡nada menos!) que irónicamente se extendió como la pólvora por las redes. El anuncio nos animaba a desviar nuestra permanente atención del móvil a la gente que nos rodea en cada momento. Creo recordar que ese fue la primera señal de aviso de lo que hoy parece estar cuajando.

En todo este tiempo, ha habido un montón de artículos y vídeos que han apoyado esta idea: el retorno a lo natural. Sucede igual, por ejemplo, con las famosas campañas de Dove, donde se busca llegar al público femenino sin artificios sexistas, un concepto que este videoclip ha colocado en la categoría de pop. Incluso el comportamiento de la sociedad moderna, que genera mofa y admiración a partes iguales, parece estar iniciando su ocaso, o directamente, como en el caso de las manic pixie dream girls, su muerte.

La conclusión de todo esto es la sensación de hastío que percibo a mi alrededor. Hastío por la política, donde ni siquiera la visibilidad de incontables casos de corrupción nos empuja a hacer una revolución. Hastío por la sensación de no tener tiempo para todo, ya que el mundo va más deprisa que nuestro cerebro. Apps, check-in, MT, drones, influencers, web gardeners, #instafood, datastage... Tenemos que saber de todo, ser válidos en todo y estar en todas partes hasta el punto de que ya no estamos dominados por el exceso de información, sino por la imposibilidad de reconocer que no sabemos algo.

La libertad de poder acceder a cualquier información no nos hace libres, sino esclavos, y eso tiene una consecuencia: que todo se está radicalizando. Cada vez hay más personas que son simples extensiones de sus iPhones. Incluso nuestros padres y abuelos, que hasta hace poco gozaban de un merecido descanso del bombardeo informativo, han entendido que tienen que subirse al carro del whatsapp para poder comunicarse con sus hijos y nietos.

Sin embargo, también hay cada vez más gente cansada del postureo informativo y tecnológico que les rodea, que buscan, como quien dice, volver a la felicidad más básica. Yo, poco a poco, me encuentro más cerca de este grupo. Ya estuve una vez, y se vive muy bien.

3 comentarios:

  1. Interesante entrada, tratas dos temas que están relacionados pero que no son exactamente lo mismo.

    Por un lado el fenómeno de la llamada "infoxicación", el exceso de información que nos satura, bandejas de entrada llenas de mensajes, notificaciones saltando desde nuestro móvil y demandando atención inmediata, suscripciones a blogs, etc.

    Por otro lado, las relaciones "virtuales", en las que sustituímos el rato de chato de vino por el rato de chateo. Estamos en contacto con mayor frecuencia a un mayor número de personas de lo que estábamos hace unos años pero este contacto es más superficial, más jijiji y menos "descubrir almas" como dice, algo poéticamente, un amigo común.

    Quizás ambos fenómenos se nos han ido de las manos y están provocando que algunas personas vuelvan a valorar el reducir su ámbito de actuación, los temas que siguen, las personas a las que de verdad pueden llamar amigos. Quizás es la ley del péndulo, nos habíamos escorado demasiado en un sentido y estamos recuperando un poco el centro. Si no sonara a postureo, haría aquí una cita latina el justo medio ;-)

    Vale, como comentario en un blog me he pasado tres pueblos...

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    1. No te has pasao en absoluto. Total, aquí no entra casi nadie. Prefiero poca gente intensa que mucha superficial.

      Sí son dos cosas distintas, pero están íntimamente ligadas. Si esto está pendulando como dices, bienvenido sea.


      OLI I7O

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  2. Entrar de vez en cuando en este lugar y descubrir que aún hay sitios donde las cosas se siguen viendo como "antaño" se veían. Gran entrada al blog, cuidadito con la vecina primeriza, jajaja. Un abrazo Oli.

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