martes, 19 de noviembre de 2013
lunes, 4 de noviembre de 2013
Esta foto me ha costado mi puesto de trabajo
Mirad esta foto. Se trata del llamado "Faro Les Éclaireurs", popularmente conocido como el "Faro del fin del mundo", en la punta sur de Ushuaia, Argentina. Hacer esta foto me ha costado mi puesto de trabajo.
Vale, lo sé. Suena dramático. Pero si os cuento qué hay detrás de esta afirmación, veréis que no es tan descabellada. Antes, os pongo en antecedentes: yo trabajé en una empresa entre 2008 y 2011, el año que decidí dejar voluntariamente ese trabajo para emprender durante casi un año el viaje que muchos conoceréis. A los seis meses de volver, me ofrecieron reincorporarme a mi puesto, probablemente motivados por mi demostrada competencia durante la etapa anterior.
En esta etapa ha sido todo diferente. La crisis ha obligado a unos recortes de personal que durante este año han afectado a varios empleados, entre ellos yo. Así pues, el jueves pasado, decidieron terminar mi contrato, o sea, despedirme.
Vaya por delante que no hay rencor, en absoluto. Esta empresa me ha permitido crecer profesional y personalmente en muchos aspectos, y conocer a muchas personas que hoy llamo amigos. La reflexión que creo que merece la pena sacar es la siguiente: alguien me insinuó que si no me hubiera ido de viaje, ahora tendría una antigüedad tal que hubiera sido inmune al despido.
Y tenía razón: si no me hubiera ido de viaje, posiblemente hubiera estado en el grupo de los "caros de despedir". Pero tampoco hubiera vivido nada de lo que viví en aquel viaje épico. No cambiaría los paisajes, los abrazos, la libertad, las penas, las pasiones, no saber dónde dormir cada día, la fiebre delirante que sufrí en Chiapas, el miedo que pasé en Managua, la sonrisa de Adriana cuando jugaba con ella en aquel hospital de Bolivia, la visión de despertarme entre moáis en la Isla de Pascua... no cambiaría nada por una supuesta inmunidad a un despido. Yo he elegido viajar como un modo de vida, no como la idea de "desplazarse de un lugar a otro".
El sistema actual promueve la cultura del miedo, la cultura del "no se te ocurra abandonar tu zona de confort". Así que para mí, esto es muy fácil: ¿es tranquilizador saberse inmune a un despido solo porque eres caro de despedir? ¿Compensa dejar de cumplir un sueño por una supuesta (e ilusoria) estabilidad? Rotundamente no. Yo apuesto por una vida apasionada, y ya saldré adelante como sea. Sé que todo va a ir bien, no es el fin del mundo.
Vale, lo sé. Suena dramático. Pero si os cuento qué hay detrás de esta afirmación, veréis que no es tan descabellada. Antes, os pongo en antecedentes: yo trabajé en una empresa entre 2008 y 2011, el año que decidí dejar voluntariamente ese trabajo para emprender durante casi un año el viaje que muchos conoceréis. A los seis meses de volver, me ofrecieron reincorporarme a mi puesto, probablemente motivados por mi demostrada competencia durante la etapa anterior.
En esta etapa ha sido todo diferente. La crisis ha obligado a unos recortes de personal que durante este año han afectado a varios empleados, entre ellos yo. Así pues, el jueves pasado, decidieron terminar mi contrato, o sea, despedirme.
Vaya por delante que no hay rencor, en absoluto. Esta empresa me ha permitido crecer profesional y personalmente en muchos aspectos, y conocer a muchas personas que hoy llamo amigos. La reflexión que creo que merece la pena sacar es la siguiente: alguien me insinuó que si no me hubiera ido de viaje, ahora tendría una antigüedad tal que hubiera sido inmune al despido.
Y tenía razón: si no me hubiera ido de viaje, posiblemente hubiera estado en el grupo de los "caros de despedir". Pero tampoco hubiera vivido nada de lo que viví en aquel viaje épico. No cambiaría los paisajes, los abrazos, la libertad, las penas, las pasiones, no saber dónde dormir cada día, la fiebre delirante que sufrí en Chiapas, el miedo que pasé en Managua, la sonrisa de Adriana cuando jugaba con ella en aquel hospital de Bolivia, la visión de despertarme entre moáis en la Isla de Pascua... no cambiaría nada por una supuesta inmunidad a un despido. Yo he elegido viajar como un modo de vida, no como la idea de "desplazarse de un lugar a otro".
El sistema actual promueve la cultura del miedo, la cultura del "no se te ocurra abandonar tu zona de confort". Así que para mí, esto es muy fácil: ¿es tranquilizador saberse inmune a un despido solo porque eres caro de despedir? ¿Compensa dejar de cumplir un sueño por una supuesta (e ilusoria) estabilidad? Rotundamente no. Yo apuesto por una vida apasionada, y ya saldré adelante como sea. Sé que todo va a ir bien, no es el fin del mundo.
Dentro de
Mixbrain
Suscribirse a:
Entradas (Atom)