martes, 18 de junio de 2013

Museo de Música Étnica

Barranda es un pueblo de la Murcia profunda que no llega a los 1.000 habitantes. Ni siquiera tiene ayuntamiento propio. Tendrá unos veinte restaurantes, calculo yo. Y tiene una calle que se llama "Calle Carril". Pero Barranda esconde uno de los tesoros más impresionantes de España, y pondría la mano en el fuego que también de toda Europa: el Museo de Música Étnica.


Su artífice es Carlos Blanco Fadol, cuyo nombre ya esconde varias notas musicales entre sus letras. Carlos es una mezcla entre musicólogo y aventurero que ha podido indagar entre las civilizaciones más remotas para hacerse con un patrimonio cultural único. Él, con su apariencia tímida y su voz pausada, habla con pasión de sus viajes. También es capaz de hacer sonar un gamelán indonesio o un charango boliviano, y él mismo crea ingeniosos instrumentos musicales, como la torre Illimani (el monte sagrado de Bolivia, que pude conocer in situ hace un par de años).

El museo es una experiencia interactiva. Si no está muy concurrido en el momento de nuestra visita, puede que nos hagan una demostración práctica, desde percusiones cuya finalidad era anunciar un nacimiento en una tribu (el kulkul), hasta lo puramente melódico. Incluso hay algunos, como la gigantesca percusión que veis al fondo de la foto superior, que no se recomiendan tocar delante de embarazadas.

Hay otros instrumentos con finalidad funeraria, como esta guitarra de cruz de México (muy "Abierto hasta el amanecer", ¿no?)


El museo, además, es dinámico. La colección de Carlos Blanco es tan inmensa que muchos de los instrumentos están guardados en un almacén, y de vez en cuando salen a la luz para sustituir a otras piezas. La experiencia que nos llevamos, por tanto, puede ser diferente en cada visita.

Existen instrumentos hechos con partes de animales, de formas y funciones extrañas...


...y también instrumentos hechos con huesos humanos, relacionados con diversos ritos y leyendas:


Incluso hay instrumentos sorprendentes, como esta botella de anís y un clavo, típico de España:


Este museo es una visita obligada, compatible incluso con niños. Tiene la grandeza de los museos capitalinos, y la cercanía (¡y el precio!) de los museos de los pueblos. Y todo esto, arropado por un carismático hombre, apasionado de la música y los viajes, que eligió este pueblo para montar uno de los museos más impresionantes que he podido visitar jamás.

2 comentarios:

  1. ¿20 restaurantes? Vale que esto es España y le das una patada a una piedra y te sale un restaurante, pero yo creo que no hay ni 5.

    No has comentado que el museo está en Barranda porque Carlos vino hace unos años al Festival de las Cuadrillas de Barranda y le pareció el pueblo ideal para su colección.

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  2. He querido ser generoso con el número de restaurantes... y decidí incluir los bares. Es decir, "lugares de avituallamiento".

    Y también se habla sobre esos motivos que comentas por los que eligió Barranda, pero he preferido no entrar en la cuestión de "¿Cómo pudo elegir ese remoto pueblo para semejante peaso museo?", para no herir sensibilidades. Si él pudiera pasarse por aquí y darnos su punto de vista, molaría. De hecho, por ahí está su email... ¿Le escribes tú? :D


    OLI I7O

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