lunes, 13 de febrero de 2012

¿Por qué parece detenerse el tiempo?

Estamos en casa de la abuela. En el salón, una desafiante colección de figuritas de cerámica de Lladró. Agarramos una para observar los detalles y de pronto se nos escurre. La caída parece transcurrir en cámara lenta. Nuestros reflejos no nos responden, y pese a que hacemos amago de cazarla al vuelo, seguimos la trayectoria que traza hacia el suelo. Antes de terminar de tomar aire, cientos de añicos quedan desparramados por el salón.



¿Por qué parece que en estas situaciones de peligro, el tiempo parece transcurrir más despacio, incluso detenerse? Porque realmente lo que sucede es que nuestro cerebro está procesando la decisión que debemos tomar más deprisa. Es como si nuestro ojo fuera una cámara de fotos y la velocidad de obturación nos permitiese ver cada fotograma nítido, sin la estela de movimiento. En este artículo (PDF, 2,3 MB) explican en profundidad el proceso.

Para demostrarlo, lanzaron a varias personas desde una altura de 30 metros (con una red bajo ellos). Cada uno llevaba un pequeño monitor de vídeo en la muñeca, que emitía una especie de "gif animado" de una letra negra sobre fondo blanco, que alternaba rápidamente a la misma letra blanca sobre fondo negro, y así sucesivamente. En condiciones normales, la pantalla se vería gris, pero durante la caída, las personas eran capaces de identificar de qué letra se trataba.

Adiós, figurita de Lladró. Para lo que la abuela ha sido una auténtica putada, para nosotros ha sido una experiencia neuronal extraordinaria. Y, por qué no decirlo, para el mundo ha sido un gran favor.

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